top of page
E427766F-C2C9-4F67-9630-362B2045F34F_edited.jpg

4 microcuentos

18 de noviembre de 2021

A SALVO. Mientras el mundo luchaba contra la pandemia, unos pocos notaron la aparición de unas diminutas hormigas color naranja en distintos puntos del planeta. Al principio nadie les dio importancia, pese a su extraño aspecto. En poco tiempo se reportaron miles de lugares con hormigas naranjas diminutas, deslizándose sobre la superficie de todo lo existente. Se descubrió que no eran un organismo vivo sino una disciplinada colonia de robots, pero ya era tarde. No atacaban a las personas, ni a las plantas o a otros seres vivos. Solo corroían y masticaban los cimientos de los edificios y monumentos más notables de las ciudades. Cuando los científicos descifraron por fin el origen y funcionamiento de una hormiga naranja, estas ya habían destruido cada edificio y monumento importante del mundo, incluidos el Partenón y la Capilla Sixtina. Todos cayeron y se pulverizaron en miles de fragmentos, tal como sucedió con el muro de Berlín. Solo el Palacio Salvo, símbolo casi centenario de Montevideo, no se derrumbó. Se mantuvo orgullosamente en pie y hasta hoy nadie se explica la razón por la cual las hormigas naranjas lo despreciaron. Algunos maledicentes afirman que fue una cuestión de paladar: simplemente no les gustó.

GATOS SALVAJES. La pandemia y sus consecuencias psicológicas había provocado el auge de Tomcat, el genial invento de la Corporación Brand que emulaba a un gato verdadero en su aspecto y hábitos. Su publicidad aseguraba que "ronronea cuando se lo pides".Se habían vendido millones de Tomcats en todo el país y los solitarios obligados al encierro encontraron en el minino artificial un compañero ideal. Era imposible diferenciar su pelo del verdadero y la plasticidad de sus movimientos era tan natural que muchos olvidaban que se trataba de una máquina sin conciencia nisentimientos. El regulador de temperatura hacía que los signos vitales y la actitud de Tomcat dieran la impresión de estar ante un gato real, tibio y mimoso. El selector de tonos para el maullido muchas veces hacía dudar a sus amos de no ser dueños de un ejemplar natural. La diversidad de modelos que la Corporación había desarrollado, le daba a los usuarios la posibilidad de elegir el color y hasta la longitud del pelo del Tomcat.

Pronto, las familias también adoptaron el gato artificial en detrimento de los naturales vivos. Tomcat no hacía sus necesidades, no había que alimentarlo, ni darle vacunas o pulguicidas. Funcionaba con una carga eléctrica de solo diez minutos diarios. Y lo principal: nunca se aventuraba asalir de la casa o treparse a los árboles. Como no tenía sexo, jamás estaba en celo O desaparecía detrás de una hembra que lo estaba. Todas esas ventajas hicieron que los humanos dejaran de apreciar y alimentar a los gatos verdaderos. Estos se fueron de las casas y edificios para sobrevivir. Se volvieron salvajes y recuperaron la fiereza ancestral. Después regresaron y atacaron sin piedad a quienes los habían sustituido, máquinas sin instinto que no atinaron a defenderse.

OJOS Y OÍDOS. El secreto mejor guardado de Tomcat, la mascota artificial creada por la Corporación Brand, era que sus ojos, perfectos e idénticos a los reales, funcionaban como dos cámaras de alta sensibilidad conectadas a un centro de información gubernamental que registraba todo lo que un Tomcat veía en el hogar en donde estaba. Sus orejas eran un par de delicados micrófonos, capaces de captar cualquier conversación o sonido que produjesen los dueños. Fue una de las estrategias de control social más exitosas jamás creadas, luego del teléfono celular. A ella se sumó la obligación de tener un Tomcat en cada casa, cuyo modelo más económico era regalado por el gobierno a aquellos que no podían comprarse uno. El argumento oficial era que el Tomcat mejoraba la convivencia y disminuía la cantidad de suicidios. Así, todos los ciudadanos eran espiados y violados en su intimidad sin que ellos lo supiesen. Por fortuna, los gatos reales, abandonados y librados a su suerte, regresaron salvajes y cargados de agresiva fiereza, como ya fue contado aquí. Luego de dar cuenta de su enemigo tecnológico, dejaron en evidencia su vil cometido. Sus antiguos dueños descubrieron cámaras y micrófonos en los desarticulados robots y entendieron el verdadero sentido de los Tomcats. Cuando quisieron recuperar las antiguas mascotas ya era tarde. Los gatos salvajes no tienen dueño.


BIG-BANG.Era tan grande que no cabía en sí mismo por lo cual un día decidió expandirse y produjo el Big-Bang, que no fue otra cosa que la universal expresión de su ego. Luego de vagar por los espacios interestelares vacíos y en permanente caos decidió organizarlos y creó planetas para que rotasen en torno a las estrellas. Les otorgó agua y previó atmósferas. No obstante,se sentía vacuo, inútil y aburrido. Entonces creó a alguien a su imagen y semejanza e hizo al hombre. Como las feministas protestaron concibió a la mujer. Ahí se le complicó todo porque al formar la pareja el error se reprodujo. Se enteró la prensa y escribieron la Biblia. Después intervino un tal Nietszche que decidió matar al Creador. Pero ya era tarde para señalarle el malentendido y la Creación estaba fuera de control. Finalmente, luego de la Gripe Española, Hitler, Stalin, la bomba atómica, la televisión, el teléfono celular y el calentamiento global, fastidiado y quizá arrepentido, nos mandó el Covid-19.

4 microcuentos: Trabajo
bottom of page